PORTADA: Leda e Cigno (1975), Luigi Ontani.
Artistas y colaboradores del número:
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.SIROCOMAG Issue #5
Texto: Lucía Gomez Lisón
Fotografía: Juan David Cortés
When women get together without allowing petty-minded resentments to intrude, a kind of power arises in which men cannot participate.
A Brief History of the Amazons (2016), Lyn Webster Wilde
La mitología y la religión han servido de base para explicar todo aquello que la razón no alcanzaba. Mitos y leyendas trenzan nuestra historia,
narrando manifestaciones antropológicas y folclóricas, dando un sentido (no siempre lógico) al relato de la humanidad. En la antigüedad clásica,
fundamento de la cultura occidental y fuente de la que seguimos bebiendo actualmente, se circunscribían una serie de personajes que encarnaban el
papel de dioses, héroes y demás arquetipos -divinos o no- a través de los cuales, y siguiendo su propia mitología, se daba significado a todo lo que ocurría:
desde las cosechas, las estaciones o el clima, hasta la fertilidad de una mujer. Dentro de este conglomerado de personajes, rastreamos algunos de sumo
interés para la sociedad contemporánea, que, tratados por la literatura y el arte, son, en ocasiones, deformados y concebidos de forma errática.
Las amazonas eran mujeres que formaban una comunidad en la que se excluía a los hombres, dando caza a aquellos osados capaces de entrar en
sus dominios. De hecho, los únicos varones aceptados eran los mutilados, destinados a servir a la sociedad que conformaban, pero nunca a formar parte
de ella(s). Si rastreamos sus orígenes1
, veremos que hay diversas leyendas sobre el inicio de estas figuras, desde las amazonas libias, las del Monto y las
del Cáucaso. En todas ellas, se describe a las amazonas como un grupo social ciertamente sanguinario, profundamente docto en las artes de la guerra,
que practicaba el matriarcado -absoluto o relativo-, con un total rechazo a los hombres (incluso a sus propios hijos), salvo que fueran sumisos hacia
ellas. Estas características están presentes en la literatura clásica, desde la homérica Ilíada hasta La asamblea de las mujeres, de Aristófanes. Las amazonas
-hijas de Ares y Harmonía- constituyen una comunidad bélica regida por y para mujeres -¿misándricas?-, que vivían en una anarquía personal (también
vinculada con el deseo y la sexualidad), como contraposición a la sociedad griega netamente patriarcal.
En A brief history of the Amazons: women warriors in myth and history (2016) de Lyn Webster Wilde, la iconografía amazónica nos habla de la
representación primigenia en escudos votivos y otros objetos decorativos datados de finales del siglo VII. En estas tempranas pinturas, se presenta una
lucha contra el que se cree que es el gran héroe griego, Heracles (Hércules en Roma), o, simplemente, se plasma a la gran reina amazona Pentesilea
luchando contra Aquiles en Troya. En cualquier caso, la representación de las amazonas siempre estuvo revestida de cierta brutalidad sexual, como mujeres
delicadas y bellas, que contrastaban con la fuerza masculina (también relativa a la potencia sexual) con vestimentas sugerentes hacia el destinatario de
tales imágenes, exhibiendo túnicas cortas, prendas ajustadas o incluso pechos al descubierto. Sin embargo, independientemente de la iconografía a la
que atendamos, el casco con cresta era un signo representativo de gran parte de estas imágenes. Muchos de estos rasgos estéticos han sido recogidos por
la cultura pop, que los ha regurjitado para crear personajes como Xena2
, la princesa guerrera. Desde esta contemporaneidad, podemos entrever la manera
en la que el mito de la amazona ha calado en las artes plásticas, transformando y recogiendo continuamente una narrativa que parece inagotable.
En las figuras femeninas que pueblan la mayoría de obras de la artista mallorquina Fátima de Juan (Palma de Mallorca, 1984) podemos
encontrar diversas raíces de unas amazonas pretéritas, ciertamente bélicas y, envueltas en una bruma de misterio y deseo que interpelan tácitamente al
espectador que las reconoce. Títulos como Serena (2023), Flower Fortress (2023) o Strawberry Hunter (2022) remiten a unas mujeres rotundas, tan solo
presentes escénicamente, mientras que la mirada contemporánea es la encargada de entender y verbalizar qué es lo que hacen. Son personajes femeninos
que desprenden una gran fuerza bruta, palpable a través de sus vestimentas y atuendos, frecuentemente portadoras de armaduras u objetos que hacen
referencia expresa o metafórica a los impulsos primarios, como la violencia o el sexo, pero que contrastan con unos rostros calmados y serenos, casi
delicados pese a sus robustos rasgos. Esa comunión que surge entre la belleza y lo bélico -Afrodita/Venus y Ares/Marte- está presente a lo largo de toda
la historia del arte y, sobre todo en los orígenes grecorromanos.
En la monumentalidad de las creaciones de De Juan presenciamos
reminiscencias del graffiti, que, de la misma manera, también nos remiten a
los inicios del tiempo: plasmados en la pared, como ya ocurriera en los albores del
arte en las cuevas paleolíticas: la pintura vuelve a su más recóndito origen, a través
de la recurrencia del propio gesto pictórico3
. Tales pinceladas creadas por la artista
mallorquina, a veces imposibles de aprehender por la visión actual, moldean
unas imágenes capaces de transmitir el espíritu salvaje de las amazonas, aquel
que la reina Pentesilea representaba, y al que Webster Wilde relaciona con el
Palacio de Knossos y la estatuilla de Our Lady Of Sports4
. Unos trabajos colosales,
que manifiestan un imaginario basado en una naturaleza impenetrable y naif,
capaces de soportar el peso de la historia y traer al presente a unas amazonas
futuristas, que explotan la idea de belleza desde el deseo, la quietud y la fuerza.
Guerreras plenas de rasgos que nos remiten a lo natural, desde una idea alterada
de lo primitivo y una paleta cromática pegajosa y contundente. Y, es que, ¿qué
nos traen las amazonas, si no es el volver a nuestras más primitivas emociones
soterradas?