YOU MET ME AT A VERY STRANGE TIME IN MY LIFE

L21 LAB
Group show
Palma, Spain
21 October - 09 December, 2022



Guillaume Linard Osorio, Jonathan Trayte, Fátima de Juan, Adam Handler, Ákos Ezer, Jon Burgerman, Esther Kläs & Gustavo Gomes, Ludovica Carbotta, Mie Olise Kjærgaard, NKSIN, Simon Demeuter, Fanny Brodar, Eva Beresin, Ester Partegàs, Tobias Rehberger, Fabio Finamore, Oberon Parry-Laidler



«You met me at a very strange time in my life», 2022. Vista de la instalación en L21 LAB. 



«You met me at a very strange time in my life», 2022. Vista de la instalación en L21 LAB. 







Crime O'Clock, 2022
Acrylic and spray paint on canvas
200 x 185 cm
Shit happens, 2022
Acrylic and spray paint on canvas
130 x 100 cm





YOU MET ME AT A VERY STRANGE TIME IN MY LIFE  

L21 LAB
Group show
Palma, Spain
21 October - 09 December, 2022



Texto: Francesco Giaveri
Fotografía: Juan David Cortés



Hay que pensar con las manos

Jean-Luc Godard


Con esta exposición se cierra el ciclo del L21 LAB que empezó el 17 de diciembre de 2021 y concluirá el próximo 12 de diciembre de 2022. Hemos expuesto a más de 80 artistas en sus espacios laberínticos, celebrando así los 10 años de la galería L21. Ha sido una fiesta.


Como en el laboratorio de un alquimista que busca lo invisible, los procesos de juntar y mezclar conllevan ciertos riesgos: una pequeña explosión, incluso un incendio. Sucede cuando se experimenta arriesgando, sin atender demasiado al método o al control, excediendo las normas. A veces, movidos por la pasión, persiguiendo el vértigo que produce lo extraño, se actúa de manera imprudente.


No estoy seguro si pensar de forma diferente conduce a experimentar radicalmente, o bien si es al revés, si es la experiencia con lo extraño, lo desconocido, lo que nos anima a romper las reglas, a excederlas. Sea como fuere: sin experiencia de la extrañeza no puede haber pensamiento, así dice Marina Garcés.


LAB: tentativas, cambios; desplazando y volviendo a probar.


Las exposiciones están limitadas a unas semanas, sin embargo, llevamos a cuesta las experiencias que este ciclo nos han proporcionado; para el equipo, cuyas manos han instalado incansablemente las obras una y otra vez, para el público, que ha acudido a la galería. Han sido proyectos casi artesanales, montados obra por obra, sala por sala, buscando diálogos, pero también choques, fracturas, tensiones…Textos, cuerpos troceados, espacios expositivos que se iban ampliando, diálogos que se iban tejiendo; hemos disfrutado mucho con la instalación, cuando pensábamos con las manos, atrapando lo que no se ve y sin embargo está muy presente entre las obras.


LAB: fragmentos sin voluntad de síntesis, alargando la brecha de lo que consideramos sentido común.


Pierre Teilhard de Chardin describe con Punto Omega la dimensión más elevada de la evolución de la consciencia. Mientras que, en la novela homónima de DeLillo, encontramos ecos insistentes de la extinción: la palabra, el concepto, una realidad posible, incluso probable, la desaparición, la pérdida. 


Paseando por esta exposición, me pregunto si el arte funciona como una especie de consuelo que hace más llevadero o, mejor dicho, plausible lo que nos rodea. Lo que nos importa habla de ‘hacer símbolo’, como escribe Ángel González García, “de aquel reunir lo separado en maravillosas figuras elocuentes, de aquel bailar y cantar y celebrar los nada oscuros misterios de la discontinuidad que llamamos baile, canto y fiesta, de aquel habitar el mundo que el arte hacia plausible…”. Si así es, las obras no se extinguen, aunque desvanezcan, aunque la exposición se acabe. Nos queda pensar el final no como extinción, sino como cambio.

Mejor. Más llevadero. Más fantasmal.

El deseo de que una obra no se extinga, mueve a algunos a comprarla para tenerla en su casa, a un museo a conservarla y a otros a desplazarse a la galería para mirarla de cerca, disfrutarla, pensarla, hablar de ella e incluso escribir alrededor de esta experiencia. Cuando sale del estudio, la obra empieza un desplazamiento continuo que es cambio; una vez que se expone, ya no puede desaparecer del todo, porque se activa una dimensión fantasmal, en la que algo permanece mientras casi todo se va. Un punto sólo en apariencia lejano.


Point Omega, es una novela breve que Don DeLillo escribió en 2010, antes de que L21 abriera sus puertas. Hemos vuelto a leer sus páginas, exactas como un paso de danza, en las que describe la video-instalación de Douglas Gordon 24 Hours Psycho. El autor se centra tanto en la obra del artista británico como en observar el público del museo. Hay que ser serio, argumenta frente a la visita demasiado apresurada y distraída que algunos espectadores dedican a la instalación, mientras el personaje de la novela, transcurre días enteros mirando con atención, por ambos lados, la proyección de la película de Hitchcock que dura 24 horas. 


Más adelante leemos: ¿Por qué es tan difícil ser serio, por qué es tan fácil ser demasiado serio? Esta exposición propone posibles respuestas a esta cuestión. Algunas obras son un antídoto a la excesiva seriedad, otras son un elogio de la lentitud. Todas celebran la extrañeza. Visitar exposiciones es como cazar fantasmas, perdernos en un laberinto en búsqueda de lo invisible. ¿Cómo atrapar lo que no es (del todo) sólido?


La verdadera vida no es reducible a palabras habladas ni escritas, por nadie, nunca. La verdadera vida ocurre cuando estamos solos, pensando, sintiendo, perdidos en el recuerdo, soñadoramente conscientes de nosotros mismos, los momentos submicroscópicos, leemos en Point Omega.


Creo que la experiencia de una exposición debería ser algo solitario. Es ahí, en una soledad atenta, soñadoramente conscientes de nosotros mismos, cuando logramos que algo se quede, en toda su inmaterialidad fantasmal. Evitando que pase sin dejar nada. Entonces no será una extinción (próxima, probable, posible) sino otra cosa. Algo más que una sombra, la sensación viva del recuerdo de un calor percibido en el tejido de una silla vacía.


LAB: convivir con fantasmas, alegremente. Habitar con lo que aún no se ha ido del todo. Y salir a celebrarlo con los demás, con vosotros.


Este ciclo de exposiciones que se ha dedicado a festejar los 10 años de la galería L21, se aproxima ahora a su final. El 12 del 12, L21 LAB se transformará en otra cosa y un nuevo espacio se abrirá. Es ahí donde seguiremos a la caza de otros, o los mismos, fantasmas: Sooooooooo Long LAB, Welcome HOME.






YOU MET ME AT A VERY STRANGE TIME IN MY LIFE



We must think with our hands

Jean-Luc Godard



This exhibition means the end of L21 LAB’s cycle, which began on 17 December 2021 and will conclude on 12 December 2022. We have exhibited more than 80 artists in its mazy spaces, celebrating 10 years of L21 Gallery. It has been a party.


As in the laboratory of an alchemist in search of the invisible, the processes of mixing and blending entail certain risks: a small explosion, even a fire. It happens when we experiment by taking risks, without paying too much attention to method or control, exceeding the rules. Sometimes, driven by passion, in pursuit of the vertigo produced by the strange, we act recklessly.


I’m not sure if thinking differently leads to radical experimentation, or if it’s the other way around, if it’s the experience of the strange, the unknown, that encourages us to break the rules, to exceed them. Be that as it may: without the experience of strangeness there can be no thought, as Marina Garcés says.


LAB: attempts, changes; displacing and retrying.


The exhibitions are limited to a few weeks. However, we carry the experiences that this cycle has given us; for the team, whose hands have tirelessly installed the works over and over again, and for the public, who have visited the gallery. They have been almost handcraft projects, assembled work by work, room by room, seeking dialogues, but also fractures, tensions… Texts, cut-up bodies, exhibition spaces that were expanding, dialogues that were being woven; we have enjoyed the installation  a lot since we were thinking with our hands, materializing what you can’t see, but is so much present among the works.


LAB: fragments without a synthesis, widening the gap of what we consider common sense.


Pierre Teilhard de Chardin describes with Omega Point the highest dimension of consciousness’ evolution. Whereas, in DeLillo’s novel of the same name, we find insistent echoes of extinction: the word, the concept, a possible, even probable reality, disappearance, loss. 

Strolling through this exhibition, I wonder if it is true that art functions as a rest, a kind of consolation that makes what surrounds us more bearable, or rather, plausible. What matters to us, speaks of ‘making a symbol’, as Ángel García González writes, “of that gathering of the separated into marvelous eloquent figures, of that dancing and singing and celebrating the not at all obscure mysteries of the discontinuity that we call dance, song and celebration, of that inhabiting of the world that art makes plausible…”. If so, the works are not extinguished, even if they fade away, even if the exhibition ends. We should think of the end not as extinction, but as change.

Better. More bearable. Ghostlier.

The desire to not let a work disappear moves someone to buy it and keep it at home, a museum to preserve it, and others to go to the gallery to look at it closely, enjoy it, think about it, talk about it, and even write about this experience. When it leaves the studio, the work begins a continuous displacement that is pure change; once it is exhibited and seen, it can no longer disappear completely, because a ghostly dimension is activated, in which something remains while almost everything is gone. A point only apparently far away.


Point Omega, is a short novel by Don DeLillo written in 2010 before L21 opened its doors. We have reread its pages, precise as a dance step, in which he describes Douglas Gordon’s video installation 24 Hours Psycho. The author focuses both on the British artist’s work and on the observation  of the museum’s public. It is necessary to be serious (You should be serious ?), he argues against the too hurried and distracted visit that some spectators devote to the installation, while the character in the novel spends entire days attentively watching, from both sides, the 24-hour projection of Hitchcock’s film. 


Further on we read: Why is it so difficult to be serious, why is it so easy to be too serious? This exhibition proposes possible answers to this question. Some works are an antidote to excessive seriousness, others are in praise of slowness. All of them celebrate uncanniness. We lose ourselves in the whirlwinds that the works inevitably open up to the viewer who questions them. Because visiting exhibitions is like hunting ghosts, getting lost in a labyrinth in search of the invisible. How to catch what is not (entirely) solid?


The true life is not reducible to words spoken or written, not by anyone, ever. The true life takes place when we’re alone, thinking, feeling, lost in memory, dreamingly self-aware, the submicroscopic moments, this we also read in Point Omega.


I think that the experience of an exhibition should be something solitary.  It is there, in an attentive solitude, dreamingly self-aware, when we manage to make something stay, in all its immateriality. Preventing it from passing without leaving anything behind. Then it will not be an extinction (near, probable, possible) but something else. Somethig that deserves to be shared with the others. Something more than a shadow, the living sensation of the memory of a heat perceived in the fabric of an empty chair.


LAB: living happily with ghosts. To dwell with what is not yet completely gone. And go out to celebrate it with others, with you.


This cycle of exhibitions, which has been dedicated to celebrate 10 years of L21 gallery, is now approaching its end. On 12/12, L21 LAB will be transformed into something else and a new space will open. It is there where we will continue to hunt for other, or the same, ghosts: Sooooooooo Long LAB, Welcome HOME.



Francesco Giaveri

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